martes, 13 de marzo de 2018

Cartas al Padre Jacob (Postia pappi Jaakobille / Letters to Father Jaakob, Finlandia, 2009)

Debo de estar convirtiéndome en un friki. De otra manera es incomprensible que en estos días haya visto una película finlandesa y encima me haya gustado. Atraído por su temática religiosa, me he encontrado con un film sólido, con diálogos escasos pero profundos, un argumento inquietante y unos personajes que conmueven y provocan empatía. No se puede pedir más en los apenas 72 minutos de duración de la película seleccionada al Oscar por su país en 2010. Cartas al Padre Jacob no es desde luego una película frenética tipo Hollywood, en la que la acción o los diálogos no dan respiro al espectador, sino que más bien el silencio, la austeridad de los decorados y la relajación producida por los sonidos de la naturaleza dejan un espacio abierto para la reflexión del espectador. Ambientada en la época contemporánea, la acción se desarrolla en un ámbito rural ajeno a los móviles, a internet o incluso a la televisión. La película se apoya también en una preciosa fotografía con paisajes naturales muy bellos.  Es un film de los que dejan un poso para ser reelaborado en los días posteriores a su visionado, repasando mentalmente frases y situaciones para establecer conexiones entre ellos. 

Su director, Klaus Härö, comentó en la presentación de la película que "Durante mucho tiempo había querido hacer un film que presentase la fe de una manera cálida y genuina. Quería hablar de nosotros, las personas comunes, que nos encontramos necesitados de misericordia y perdón por nuestras deficiencias, y de la esperanza y el respeto por la vida, aunque ésta no siempre sea lo que esperábamos"

El argumento es el siguiente: El Padre Jacob pasa los últimos días de su vida recluido en la casa rectoral respondiendo a las cartas que le mandan sus feligreses. Siendo ciego, necesita de otra persona que le lea y escriba las respuestas. Usando sus influencias, consigue que le envíen a Leila, una asesina que había sido condenada a cadena perpetua pero que obtiene el indulto para realizar esta labor. Entre ambos se establece una relación difícil, interesada por ambas partes y sin una aparente relación entre sus vidas y sus mundos. Los roles de los personajes cambiarán a lo largo de la película. El Padre Jacob sufrirá una crisis existencial cuando deje de recibir cartas. Leila, por su parte, encontrará en esta relación un motivo para perdonarse a sí misma y recomenzar una nueva vida cuando estaba al borde del suicidio. El final desvelará además que sus vidas estaban relacionadas de alguna forma desde hacía años.

A lo largo de esta trama, se tratan dos temas universales con los que todo el mundo puede identificarse de una u otra manera. Eso me parece que es uno de los secretos de la película. Son temas recurrentes que cualquier persona de cualquier país, sexo, religión o cultura tiene que afrontar a lo largo de su existencia:

1. El perdón. Leila, como tantas y tantas personas no consigue perdonarse a sí misma por sus malas acciones del pasado. La falta de comunicación y el aislamiento externo al que ha sido sometida en prisión es agravado por un sentimiento de culpa que le impide comunicarse con nadie de su familia. Un pasado tormentoso la persigue y la sitúa al borde de la desesperación. Sentirse perdonada por Dios, por su familia y por el Padre Jacob le ofrecerán una nueva oportunidad en la vida. En una aplicación evidente a nuestras vidas, a menudo nos resulta más difícil perdonarnos a nosotros mismos que obtener el perdón externo, como a la protagonista del film.

2. El sentido de la vida. El Padre Jacob ayuda a los demás y es una buena persona. No obstante, no tiene demasiado éxito como pastor, a excepción de la correspondencia. Su Iglesia está vacía y sin feligreses, reflejando la sociedad posmoderna en la que vivimos. Leer cartas, rezar por esas personas y responderlas es su refugio espiritual. Por contra, dejar de recibir cartas supone para él la más dolorosa de las situaciones, vaciando de sentido su existencia y provocando una angustia vital. Aquí es donde el Pastor debe realizar un replanteamiento espiritual: Responder a las cartas, ¿le servía para ayudar y amar a los demás de corazón o era únicamente una manera de sentirse útil?, ¿hay que esperar una recompensa en las buenas obras que hagamos?, ¿por qué dedicamos nuestras fuerzas a unas cosas y no a otras en la vida?... Leila y San Pablo a través del capítulo 13 de la Primera Carta a los Corintios les van a ayudar a encontrar respuestas a sus preguntas.

En fin, una película que merece la pena ver para profundizar en estos y otros temas. Un film humano y humanizador, con un optimismo vital no exento de realismo. 

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