jueves, 27 de agosto de 2015

Peregrinación a Roma (7)

Cuenta el Génesis que el séptimo día -curiosamente como en nuestro viaje el sabbat-  Dios descansó... pero nosotros no. Entre otras cosas, porque teníamos dos visitas concertadas con antelación desde España y había que aprovecharlas, ya que ambas eran oportunidades excepcionales para enriquecer el viaje. Además así reivindicamos que el día de descanso cristiano es el domingo (el dominicus, día del Señor) y no el sábado.

Entrada a las catacumbas
de la Basílica de San Pedro
La primera de las visitas era un auténtico regalo de Dios. Unas semanas antes de la boda había escrito sin muchas esperanzas al Ufficio Scavi Vaticano para poder realizar la visita a la tumba de San Pedro, privilegio reservado a unas 100 personas al día, lo que da una idea de la dificultad de obtener el permiso. Desconozco si será la manera en que lo supliqué, el esfuerzo de escribir en italiano o pura casualidad, pero comoquiera que fuese, unos días antes de la boda recibí la confirmación de la posibilidad de la visita. La hora fijada era las 12:15 y la duración de la visita guiada de una hora.


Obelisco de la
Plaza de San Pedro
Por lo tanto, bien desayunados para no perder la costumbre, nos marchamos en el tren a la estación de San Pedro. Una vez allí -bien cogidos de la mano para no perdernos en esta ocasión- nos dirigimos a Soprani para comprar la primera tanda de souvenirs, en este caso religiosos. Para quien no lo conozca Soprani es como El Corte Inglés de los artículos religiosos, cestita de mano incluida. Medallas, llaveros, rosarios, estampas, bendiciones... el paraíso que te permite además tener la seguridad de que lo que buscas lo encuentras y no demasiado caro (Es sintomático que la palabra "barato" en italiano no existe, se sustituye por las expresiones que no necesitan traducción  "meno caro", "a buon mercato"...). Allí compramos un buen número de recuerdos al tiempo que curioseamos por toda la tienda para hacer tiempo para la visita.


Tumba de San Pedro
Realizadas las compras, a las 12 como un reloj suizo estábamos delante de la guardia del mismo país para entregar nuestras acreditaciones. Allí coincidimos con un grupo de 8 españoles más que habían tenido la misma suerte que nosotros. La visita en sí fue conmovedora por lo simbólico del lugar y por lo bien explicada que estuvo. La guía italiana que nos tocó tenía un castellano perfecto y vivía las explicaciones como si fuera la primera vez que lo hacía, no con la desidia que poco después nos tocaría sufrir. Moviéndonos por debajo de la Basílica peregrinamos por el cementerio pagano, el cementerio cristiano y finalmente, la que se cree que es la tumba de San Pedro. Para afirmar esto hay dos claros indicios: primero, la antigüedad de la tumba y de los restos óseos encontrados en ella, datados en el siglo I d.C. y segundo, que su posición localizada por GPS coincide exactamente con el centro de la cúpula diseñada por Miguel Ángel. La frase de Jesucristo "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" parece haber encontrado corroboración en las nuevas tecnologías. Al salir de la Basílica, dimos una nueva vuelta por las tres naves y nos dirigimos al Metro, para realizar la segunda visita del día.

Fresco de la Domus Aurea
La segunda reserva que habíamos realizado desde España gracias a Internet era la "Domus Aurea" (La casa de oro), el majestuoso palacio de Nerón situado a escasos metros del Coliseo. De la misma manera solo grupos de 15 personas pueden acceder a ella los sábados, ya que de lunes a viernes continúan los trabajos de excavación en todo el recinto y los domingos no abren. El megalómano césar Nerón se mandó construir la que cuentan que era la perla del Imperio Romano. Desgraciadamente, poco queda de aquello. La visita guiada apenas muestra largos corredores y múltiples salas desprovistas de toda ornamentación. Aquí fue encontrado el Laoconte que vimos en los Museos Vaticanos y muchas obras de arte más, pero nada de ello perdura en el recinto, que ha sido completamente expoliado a lo largo de los siglos. Apenas unos restos de frescos dejan entrever lo que debió ser algo espectacular, pero a mi sinceramente me dejó tibio.

Cata de restauración de las
paredes de la Domus Aurea
Pasábamos de una sala a otra con la esperanza de ver algo, pero cada sala superaba en soserío a la anterior. La guía, a diferencia de la anterior, tenía la sangre de horchata y más mala cara que Marco el día de la madre. La hora no ayudaba (las 14:30), pero se debería tirar de profesionalidad y ella no supo hacerlo. Nos contó, eso sí, que los trabajos de restauración siguen adelante y que se pretende devolver parte del esplendor del palacio en unos años. Yo hubiera dicho décadas para no engañar al personal, ya que como ella mismo dijo los trabajos son muy lentos y costosos.. Una hora más tarde, abandonamos el recinto y almorzamos (sí, pizza, para variar...) por los alrededores.

Vista de Roma desde el Hotel
La tarde fue una concesión a la vida social. Disfrutamos un poco de la alberca del hotel que a falta de espacio si proporcionaba unas vistas excelentes y nos arreglamos para ir a cenar con unos amigos de mis anteriores estancias en Roma, Cristina y sus hijos. Una pena que su marido Juan estuviera en España por cuestiones laborales para que el reencuentro hubiera sido completo. Fuimos en Autobús cerca de su casa, a Vía Gregorio VII, y allí nos llevaron al Risky Point, donde aunque su nombre anglosajón pueda sugerir otra cosa nos volvimos a atiborrar de pizzas, en esta ocasión acompañadas de unas deliciosas mozzarelline fritte y unas olive ascolane.

Tras una copita y un helado para celebrar el reencuentro y ponernos mutuamente al día dimos por concluida la jornada. Tras despedirnos de nuestra famigllia romana volvimos en autobús al Hotel y nos fuimos a descansar, que la jornada de nuevo, había sido pródiga en kilómetros andados y en sensaciones...

Poco a poco se iban desgranando los días, y el final comenzaba a vislumbrarse a la vuelta de la esquina...

2 comentarios :

  1. Me ha gustado mucho la descripcion de la Tumba de San Pedro. No la visite nunca. Como la describe Jaime, es como que veerla, con todos los detalles.
    El mercado del Soprani es tal cual lo describe. Tantas veces he estado alli para unos souvenirs.
    Con todos estos detalles, uno puede visitar Roma sin perder tiempo ni en restaurantes, transportes, nada de nada, porque está todo muy claro, los dias muy bien aprovechados. Un guia turistico no lo hacia mejor. Felicitaciones por tantos detalles. Me hice nacer el deseo de visitar Roma seguindo vuestros pasos...

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    1. Gracias, Mª Fernanda!!!! Tus comentarios me ayudan mucho y me animan siempre a seguir escribiendo....

      Me alegro que te guste y ojalá puedas ir pronto a Roma y disfrutar como nosotros lo hicimos....

      Muchos saludos!!!!

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